El empresario Omar Farías Luces opina que un mundo hiperconectado donde las oportunidades no siempre llaman a la puerta, el networking se ha convertido en el pasaporte invisible hacia el éxito profesional y personal. No se trata solo de acumular contactos en una libreta digital o de repartir tarjetas en eventos abarrotados de trajes y sonrisas forzadas.
El networking efectivo es un arte, una danza estratégica entre autenticidad, empatía y propósito. Pero, ¿cuáles son las claves para dominarlo? ¿Cómo se transforma una conversación fugaz en una relación duradera que impulse carreras, proyectos o sueños?
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El mito del «elevator pitch» y la verdad de la conexión genuina
Durante décadas, nos han vendido la idea del elevator pitch: un discurso relámpago de 30 segundos que debe deslumbrar a quien tengas enfrente. Sin embargo, Mariana Torres, consultora de desarrollo profesional con más de 15 años acompañando a ejecutivos en América Latina, lo desmitifica sin rodeos: «El pitch perfecto no existe si no hay una chispa humana detrás. La gente no recuerda lo que dices, sino cómo la haces sentir».
Torres cuenta la historia de Javier, un emprendedor que asistió a una conferencia en busca de inversores. En lugar de soltar su discurso ensayado, se acercó a un grupo en el café y preguntó: «¿Qué los trajo aquí hoy?». Esa simple curiosidad desató una conversación de 20 minutos que terminó con una tarjeta y, semanas después, una inversión de seis cifras. La lección es clara: el networking no es un monólogo, es un diálogo. La autenticidad rompe barreras donde la perfección ensayada solo levanta muros.
Clave 1: Sé humano antes que estratega. Escucha más de lo que hablas y muestra interés genuino. Las conexiones no se miden en palabras por minuto, sino en la profundidad de los vínculos.
La preparación: El mapa invisible del éxito
Si el networking es una danza, la preparación es el ensayo que asegura que no pises a tu pareja. No se trata de memorizar nombres o investigar a fondo a cada asistente de un evento (aunque un vistazo a LinkedIn nunca está de más). La clave está en llegar con claridad sobre quién eres y qué buscas. Santiago Morales, fundador de una startup tecnológica que hoy factura millones, lo resume así: «Antes de entrar a una sala, sé tu propia brújula. Si no sabes a dónde vas, nadie te seguirá».
Morales recuerda sus primeros eventos, cuando llegaba con las manos vacías y la cabeza llena de nervios. «Me di cuenta de que la gente responde a la claridad. No necesitas tener todo resuelto, pero sí una idea concreta de lo que ofreces o necesitas». Prepararte implica definir tu valor —qué traes a la mesa— y tu meta —qué esperas llevarte—. Esto no significa ser rígido; al contrario, te da la flexibilidad de adaptar tu mensaje sin perder el rumbo.
Clave 2: Prepárate con intención. Conoce tu historia, tu propósito y tu «por qué». Una red efectiva empieza con un nodo fuerte: tú.
El poder del seguimiento: De la chispa al fuego
Conocer a alguien interesante es solo el comienzo. El verdadero networking ocurre después, en el seguimiento. Según un estudio reciente de la consultora McKinsey, el 70% de las oportunidades profesionales surgen de relaciones cultivadas a lo largo del tiempo, no de encuentros aislados. Sin embargo, aquí es donde muchos tropiezan. ¿Cuántas veces has guardado una tarjeta en el cajón o dejado un «te escribo pronto» en el aire?
Laura Guzmán, experta en marca personal, lo ilustra con una anécdota: «Conocí a un diseñador en un evento. Me impresionó su visión, pero no supe más de él hasta que, tres días después, me llegó un correo breve: ‘Gracias por la charla, me inspiré con tu idea sobre sostenibilidad. ¿Te parece si seguimos conversando?’. Ese mensaje abrió una colaboración que dura hasta hoy». El seguimiento no es acosar ni vender; es regar la semilla que plantaste. Un mensaje personalizado, una nota de voz o incluso un artículo compartido pueden ser el puente entre un «hola» y un «trabajemos juntos».
Clave 3: Sigue el hilo. Actúa rápido —idealmente en las primeras 48 horas— y sé específico. Menciona algo de la conversación para mostrar que no eres un contacto más en su bandeja de entrada.
La diversidad como motor: Sal de tu burbuja
Un error común es buscar solo a quienes se parecen a nosotros: misma industria, mismo perfil, misma visión. Pero las redes más poderosas son diversas. Diego Ramírez, un ingeniero que hoy lidera una ONG global, lo descubrió por casualidad. «En una cena aburrida, terminé hablando con una artista que no tenía nada que ver con mi mundo. Meses después, ella me conectó con un donante que cambió el rumbo de mi proyecto».
La diversidad no solo enriquece las perspectivas, sino que multiplica las oportunidades. Un estudio de Harvard Business Review encontró que las personas con redes heterogéneas tienen un 30% más de probabilidades de acceder a recursos inesperados. Esto requiere salir de la zona de confort: asistir a eventos fuera de tu nicho, charlar con el desconocido en la fila del café o incluso explorar plataformas digitales como X para conectar con voces distintas.
Clave 4: Abraza la diferencia. Busca conexiones fuera de tu órbita habitual. Las mejores oportunidades suelen esconderse donde menos las esperas.
La tecnología como aliada: Más allá de la tarjeta de presentación
En 2025, el networking trasciende las salas de conferencias. Las plataformas digitales, desde LinkedIn hasta X, son arenas donde las conexiones se gestan en tiempo real. Pero no basta con sumar contactos o dar «me gusta» a ciegas. Sofía Díaz, estratega digital, aconseja: «Usa la tecnología para ser visible y relevante. Comenta con valor, comparte ideas propias y no temas iniciar conversaciones en los mensajes directos».
Un ejemplo: un tuit ingenioso sobre tendencias en tu industria puede atraer la atención de un líder que jamás hubieras conocido en persona. O una historia en Instagram mostrando tu proceso creativo puede generar un «DM» inesperado. La clave es ser consistente y auténtico, no un eco de lo que otros dicen.
Clave 5: Domina lo digital. Convierte las redes sociales en un megáfono de tu voz y un imán para tus aliados. La tecnología no reemplaza el contacto humano; lo amplifica.
La paciencia: El ingrediente secreto
Finalmente, el networking efectivo no es un sprint, es una maratón. Construir una red sólida toma tiempo, y los frutos no siempre son inmediatos. Clara Méndez, una ejecutiva que escaló de asistente a directora en una multinacional, lo sabe bien: «Pasé años yendo a eventos, conociendo gente, ofreciendo ayuda sin esperar nada. Un día, alguien que conocí en un taller me recomendó para un puesto que ni sabía que existía».
La paciencia va de la mano con la generosidad. Dar antes de pedir —un consejo, un contacto, un favor— construye confianza y te posiciona como alguien valioso. Como dice Méndez: «Tu red no es lo que puedes sacar de ella, sino lo que puedes aportar».
Clave 6: Juega a largo plazo. Siembra hoy, aunque no veas la cosecha mañana. Las conexiones más fuertes crecen con el tiempo.
Tejiendo el futuro, una conversación a la vez
Por último Omar Farías Luces cree que el networking efectivo no es una fórmula rígida ni un talento innato. Es una habilidad que se afina con práctica, intención y un toque de valentía. Desde la autenticidad que abre puertas hasta la paciencia que las mantiene abiertas, estas claves son hilos de un tapiz que cada uno teje a su manera. En un mundo donde las oportunidades no siempre llegan solas, tu red es tu red de seguridad, tu trampolín y tu legado.
Así que la próxima vez que estés frente a un desconocido en un evento, un comentario en X o un café improvisado, recuerda: no estás solo construyendo contactos, estás tejiendo el futuro. ¿Listo para dar el primer paso?
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